jueves, 14 de septiembre de 2006

La verdad de la vida se encuentra entre la planta baja y el piso 10.

Esta mañana tuve que correr a lo largo de la recepción del edificio donde trabajo para poder alcanzar el elevador, que cerraba sus puertas para dispararse hasta el cielo, fue ahí donde todo sucedió.

En verdad no estaba preparado para toparme con la respuesta a todas las preguntas que me he estado haciendo esta semana justo en ese espacio y tiempo tan mínimos.

Adentro ya me esperaban el elevadorista, una compañera de trabajo y un hombre maduro, apuesto y de marcados rasgos españoles, asendencia que pude comprobar cuando saludo cortezmente y de forma general a la reducida concurrencia.

Todo fue cuestión de unos segundos. Como respuesta al saludo el elevadoista pregunto ¿Cómo ve lo de Madrid?, por mi cabeza pasarón miles de opciones, pero no calculé la indiosincrasia general de la gente de mi país.

-Fue un buen juego, pero falta más.

-Ya se parecen a la máquina-, respondío el elevadorista en un intento claro de quedar bien.

Yo no podía estar más intrigado y confundido, al menos empezaba a entender de que hablaban.
Lo que siguió fue tan clarificador y determinante que me dejo frío, cuando me di cuenta que hablaban de futbol, yo decidí desviabar mis pensamiento a las preguntas de mi vida.

¿En realidad tengo talento para lo que estoy haciendo?
¿Qué tanto más puedo crecer en esta empresa?
¿Puedo encontrar una mejor opción?
¿He tomado las decisiones correctas?

Así fue que llegamos al piso 10 las puertas se abrierón, el hombre salió y antes de que las puertas se cerraran sólo dijo:

"Todo llega en le momento en que tiene que llegar".

Se hizo un silencio sepulcral dentro de la caja métalica por los siguientes 5 pisos.

y empezarón de nuevo las preguntas.

¿Será tan simple como esperar?
Entonces ¿Tiene algún sentido esforzarse?

Tendré que esperar el momento justo para que alguien en el elevador me responda.

1 comentario:

Peyo dijo...

Por qué cuando alguien entra al medio de la Publicidad termina haciendose las mismas preguntas?, será por que el ego es alabado en un instante y en siguiente es completamente pisoteado y pateado?, o es por que de plano somos a veces tan orgullosos que no vemos ni siquiera nuestros logros, los días pasan, te sientes bien, sale una buena pieza y la vez y dices... está bonita... corte a... el cliente me hizo mierda esto no era así, mató el concepto y de paso me dejó sin pieza para mi book... acaso fué culpa del cliente? o es culpa nuestra por estar acostumbrados a doblegarnos ante el primer levantamiento de ceja del cliente haciendo un gesto de desaprobación?... Cuánto va a durar esto?....