martes, 14 de octubre de 2008

12

NO DIJO MÁS, un día se presentó en la oficina sin pronunciar una palabra, otra de sus extravagancias, pensé, mañana, volver a escucharlo será igual de molesto que siempre, pero dos semanas después seguía sin emitir sonido. Ahora si era realmente molesto, necesita darse a entender, dejarse de locuras. Pero nada a pesar de mi franca y justificada molestia el siguió sin hablar y yo sin poder hacer mi trabajo.
Ahí estaba, en el comedor sentado sólo en silencio, esa era mi oportunidad, lo enfrentaré y le haré notar lo inútil que es su acto de circo. Tome la charola con mi comida y me senté enfrente. Cuando estuve a punto de abrir la boca, algo sucedió, noté el silencio, el rumor del viento afuera y el calor de la tarde, el pareció notar algo en mi y sólo acertó en sonreír. Desde ese día no he dicho nada más.

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