martes, 23 de septiembre de 2008

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ELLA LE DIJO QUE LO AMABA, el no respondió, la miró fijamente a los ojos al tiempo que tamborileaba los dedos sobre la mesa imitando los movimientos de un pianista sobre el teclado de un piano. Ella sabía que el no la amaría nunca y el se dio cuenta de algo; hacía mucho que no sentía nada ni por ella ni por nadie. Hacía mucho que no se reía en el cine, que no se emocionaba al ver a un niño jugar, que no se sentía tan mal que quería llorar abrazado a la almohada toda la noche, tan enojado que quería desquitarse a gritos con el conductor de enfrente, tan frustrado que quería golpear la pared, hacía mucho que no sentía nada. Ella le aventó la copa de vino tinto y salió llorando enojada. El se sorprendió al sentir algo, pago la cuenta, sonrió, salió y se sintió libre.

1 comentario:

Alejandro Uranga dijo...

Creo que la libertad de él necesitaba mucho más que el abandono de ella. Él era insensible a muchas cosas, no sólo al amor.