lunes, 10 de octubre de 2011
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LA FOTOGRAFÍA SIEMPRE FUE UN PASATIEMPO PARA ÉL, hasta aquel día en que se topó con la vieja Leica portátil de su abuelo, tenía años de no saber de ella, de inmediato corrió a buscar un rollo, 35 milímetros, 35 exposiciones con las que buscaba igualar las hermosas fotografías que su abuelo exhibía orgulloso. Su primer objetivo fue el añejo árbol que vivía en el jardín habitado de recuerdos. Un simple disparo y de pronto el enorme tronco con sus ramas, sus hojas y sus recuerdos desapareció frente ante la sorpresa de sus ojos, lo mismo sucedió con la vetusta puerta de la entrada, con la ventana y hasta el perro, que sin más, fue víctima de esa lente despiadada. Ahora lo recuerda bien; las prodigiosas imágenes de su abuelo siempre exhibían objetos inanimados. Fue entonces que una idea asaltó sus pensamientos; levantó la cámara, enfocó y disparó al espejo.
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