jueves, 13 de octubre de 2011

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NUNCA FUE NECESARIO CONCERTAR UNA CITA, siempre se habían encontrado a la misma hora y en el mismo lugar durante un mes entero. Él, como siempre, había acudido puntual, y como siempre la esperaba, sabía que era cuestión de unos minutos para verla llegar. Los minutos se convirtieron en horas; él dudó, pero no quiso desistir. ¿Qué si no había sido claro ese acuerdo tácito? ¿qué si ella no recordaba la hora? ¿qué si ella no recordaba el lugar? Las horas se convirtieron en días, pero no quiso desistir. Ella había olvidado ese acuerdo tácito, ella no recordaba la hora, ella no recordaba el lugar, ella lo había olvidado. Los días se convirtieron en meses los meses en años los años en eternidad. Él no quiso desistir, ella recordaría el acuerdo, recordaría la hora, recordaría el lugar, ella lo recordaría a él y él de tanto esperar olvidaría que esperaba.

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