jueves, 11 de septiembre de 2008

4

ESE DÍA NO PUDO LLEGAR AL TRABAJO, ella se lo impidió. El sol apenas se dibujaba en el contorno gris del cielo, hacía cinco minutos que el despertador sonaba, él lo sabía y por eso siempre lo ponía cinco minutos antes, encendió la regadera, entró de nuevo a la habitación siguiendo su perfecta rutina, le besó la mejilla y le susurró al oído que se hacía tarde, entró a la regadera y al salir del baño, sirvió un par de tazas de café. Pero ella rompió ese delicado equilibrio con el que debía comenzar cada mañana, salió del cuarto antes de que él pudiera llegar con el café. Estaba de pie, frente a la ventana,él dejó la tazas a un lado y se aproximó, dejando que su brazo se posará delicadamente en la cadera de ella. Así se quedaron en silencio hasta que la mañana se convirtió en noche.

No hay comentarios.: