lunes, 28 de diciembre de 2009

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El viento silba dentro de mi oído como si estuviese en la montaña, pero estoy lejos de las montañas, estoy lejos de esos días en que me alejaba de la ciudad, es tan sólo el efecto de la calle vacía a la hora en la que salgo a ejercitarme, el día apenas empieza, como siempre sin ninguna novedad, lo mismo que el camino a la oficina, que luce vacía como siempre a esa hora, apenas alumbrado por las luces de la mañana comienzo mi rutina, archivar, ordenar, organizar la interminable montaña de documentos a lo largo de 8 horas, tras las cuales regreso a la calle invariablemente vacía, desde que terminó toda clase de vida en el planeta, debo continuar con esa constante rutina para mantener la cordura, ejercitarme mientras pueda, archivar, ordenar y organizar documentos hasta que no quede nada más por hacer, mientras soy el último ser vivo.

1 comentario:

Sr No quiero dijo...

es el efecto heidi... pero no te preocupes.. si aún no vez a copo de nieve... seguro no pasará nada.